Sucedió lo que no debía pasar, ese extraño cosquilleo en la panza esa sensación
de vacío de que algo va a pasar. Comencé a sudar, el corazón palpito más de lo
normal me vi acechado entre los fantasmas de mi pasado y mis inquisidores de mi
presente no sé bien por qué.
En qué momento lo permití, se supone que ya había pasado esa etapa, no estoy
para retroceder, volver a vivir lo ya vivido experimentar esa miseria que por
una milésima de segundo sentí dentro de mí y paso a todo mi ser. Mis
inseguridades y miedos nuevamente se apoderaron de mí, no encontré salida
alguna simplemente me sentí vapuleado por las circunstancias y nuevamente
frente al computador escribo lo que mañana más tarde será un recuerdo vago de
un momento inesperado.
No pensé que volvería a suceder atine a ponerme mis audífonos (esos capaces
de anular el ambiente en el que me encuentro y liberarme por un instante de mi
realidad) asumí mi rol de frustración y me sumergí en el único mundo donde mis más
bajos instintos salen a la luz donde el limite se encuentra dentro de mí y
donde nadie absolutamente nadie podrá ir... La música.
Recordé de aquel genero capaz de despertar en mi bajos instintos pero que a
su me calma, alivia, me relaja me lleva a momentos de sumo placer simplemente
le puse play y deje que mi ser vuelva a sentir. Como electroshock mis sentidos
volvieron en sí nuevamente era yo, aquella persona que no se dejaría tumbar por
nada ni por nadie aquella persona que juro nunca más caer en el vacio de sus
pensamiento y dejarse tumbar por las circunstancias adversas de la vida. Solo
quedaba una cosa por hacer... inmortalizar el momento hacer que este instante
quede marcado en mi memoria que quede en el registro de mi vida y que no sea
pasado
por alto.
Así fue como nos encontramos otra vez, mi blog y yo. Mi cuaderno electrónico
mi fiel compañero aquel que no juzga por la magnitud de mis comentarios aquel
con el cual me desahogo aquel el cual fue hecho por mí para ser explotado
por mi mente y darle paz a mi yo interior. Apago el computador
